Los granos de cereales y leguminosas son alimentos
"concentrados" y, debido a su bajo contenido en agua y su riqueza en
hidratos de carbono complejos -como el almidón- y proteínas, no deben
consumirse crudos por nuestros animales.
Para que al organismo del caballo le resulte más fácil su
asimilación se trituran o muelen, pero su valor nutricional se pierde a medida
que va pasando el tiempo desde la molienda, hasta su consumo el animal.
Con el proceso de germinación, se realiza una especie de
“predigestión” que el organismo no podría realizar por sí sólo.
Los germinados, por su
composición, estimulan los procesos digestivos, regeneran la flora intestinal y
son ricos en gran
cantidad de vitaminas -en especial A, B, C, E y K-, minerales, enzimas y
clorofila (beta carotenos). El germinado de trigo, por ejemplo, contiene hasta
seis veces más vitamina B que la semilla, y en la soja la vitamina C no aparece
hasta que no se ha producido la germinación.
También resultan muy atractivos si se mira su contenido en
azúcares simples, que aportan energía y se asimilan fácilmente. El contenido en
aminoácidos también se incrementa entre un 10% y un 30%, y lo mismo sucede con
el hierro asimilable. Esta composición, hace que resulten idóneos para
estimular los procesos digestivos. Su consumo se recomienda para caballos, por
ser un animal con muchos problemas digestivos causados principalmente por su
alimentación rica en concentrados, y muy especialmente en equinos con
casos de anemia o con tendencia a cólicos.
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