La alimentación natural del caballo es
la hierba
Los
caballos en libertad se pasan el 75% del día y la mitad de la noche pastando y realizan
del orden de 30 a 50
movimientos masticatorios por minuto, lo que supone unos 60.000 masticaciones
al día. Cuando tenemos a un caballo dentro de una cuadra y le damos libre
cantidad de forraje, se pasará aproximadamente el mismo tiempo comiendo, pero
cuando le administramos una cantidad limitada de pienso y forraje entonces el
caballo dedicará únicamente el 14% del tiempo a alimentarse.
Por
otro lado un caballo mastica de 3500
a 4000 veces por Kg de heno, necesitando para ello
aproximadamente 40 minutos. Cuando sustituimos el forraje por un pienso concentrado,
el tiempo se reduce de forma importante. 1Kg de avena puede ser consumido en 10
minutos o menos, necesitando solamente 850 movimientos masticatorios.
La
anatomía y la fisiología del sistema digestivo del caballo no están adaptados
para esto cambios produciéndole, al pasarse mucho tiempo inactivo en el box, alteraciones
en su comportamiento como son: tragar aire, comerse las heces, hacer el baile
del oso, morder la madera, etc. Y también alteraciones nutritivas como cólicos,
infosuras, úlceras gástricas, bajo rendimiento y la mala nutrición.
El
caballo produce la saliva durante la masticación y su intensidad está en
relación directa con la humedad de ese alimento y el tiempo que éste pasa en la
boca oscilando entre 5 litros
al día para alimentos jugosos a 30
litros para alimentos secos. La saliva humedece la ingesta
facilitando el paso del alimento de la boca al estómago a través del esófago. La saliva es rica en bicarbonato lo cual ayuda
a tamponar el ácido liberado por el estómago. Pero algunas alteraciones causarán
una disminución en la cantidad de saliva producida como son los problemas
dentarios, animales voraces o competitividad por el alimento con otros
caballos, tragando el alimento menos masticado y con menos cantidad de saliva
de lo necesario.
Los problemas dentarios disminuyen el
tiempo de masticación del alimento
El
caballo, a diferencia de la mayoría de los herbívoros, es monogástrico, es
decir, que solo tiene un estómago y tampoco puede realizar la rumia o la
segunda masticación del alimento como hacen los rumiantes. Su estómago, además,
es de muy pequeño tamaño, aproximadamente 20 litros de los que solo llena 2/3 de su volumen, de
manera que su volumen práctico es de 12 litros Todo ellos supone que se necesitan por lo
menos dos vaciados durante la ingestión de cada una de las raciones permitiendo
solo un breve tiempo de digestión a nivel del estómago. Si el alimento no ha
sido correctamente masticado e insalivado pasará poco digerido del estómago al
intestino provocando cólicos.
El
estómago produce ácido continuamente y
todo esto funciona bien cuando el caballo está pastando de forma continua
ya que se produce la masticación tranquilamente, se insaliva abundantemente y
constantemente está entrando comida al estómago manteniendo su acidez
controlada por la presencia continua de saliva. Si el caballo recibe comida
solo mañana y noche el estómago estará vacío durante largos periodos de tiempo provocando
la aparición de úlceras gástricas.
La
extracción y absorción de los nutrientes contenidos en el alimento comienza
cuando la ingesta entra en el intestino delgado y a pesar de sus 25 metros de longitud el alimento
es propulsado rápidamente pasando del estómago al ciego en menos de una hora.
Si el alimento no ha llegado correctamente masticado, su digestión y absorción
intestinal no se producirá de forma adecuada pasando parte de los nutrientes al
intestino grueso.
El
intestino grueso formado por el ciego, colon mayor y colon menor, es un órgano
de gran volumen con una capacidad de 90 litros para el ciego y de 160 para el colon el
cual se encuentra replegado dentro del abdomen. Admitiendo que los alimentos
sean retenidos por término medio 36 horas en el tubo digestivo, por lo menos
2/3 de este tiempo deben permanecer en el intestino grueso donde por acción de
la digestión bacteriana se llevará a cabo la fermentación de la celulosa.
Ningún mamífero produce encimas capaces de degradar la fibra vegetal como la
celulosa hasta componentes que puedan ser absorbidos por el intestino, y es por
eses motivo que toman tal importancia los microorganismos presentes en el
tracto intestinal. En el intestino grueso del caballo se considera que el número de bacterias es 10 veces mayor
que el total de las células corporales y que más de la mitad del volumen del
estiércol está formada por bacterias.
La
población de microorganismos varía en función del tipo de dieta siendo distinta
la del animal alimentado a base de hierba de la del que se alimenta
fundamentalmente de pienso concentrado. Cuando la dieta se modifica de forma
repentina, se rompe el equilibrio en el que se mantienen estos microorganismos
dentro del intestino pudiendo causar alteraciones digestivas como cólicos,
diarreas o infosuras.
Por otro lado, la fibra vegetal es digerida por
las bacterias produciendo ácidos grasos volátiles que son absorbidos en sangre
y convertidos en energía, siendo más del 70 % de la energía utilizada por el
caballo de este tipo. Pero cuando la alimentación está compuesta básicamente de
piensos concentrados, el intestino delgado no es capaz de absorber los
nutrientes que en el se encuentran, pasando la comida restante al intestino
grueso en donde puede causar importantes trastornos digestivos y de carácter
como el “calentamiento”.
Si
comprendemos la fisiología, anatomía y necesidades de nuestros caballos podemos
compensar la falta de condiciones naturales como el pasto y el ejercicio con
buenas prácticas alimentarias como aportar una importante cantidad de forraje
en su dieta, administrar el pienso en pequeñas y frecuentes tomas,
preferentemente después del forraje, realizar revisiones dentales periódicas y
asegurar un tiempo de ejercicio diario.
Salvador
Termes
Veterinario equino
Centro Policlínico Veterinario Raspeig
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